Dos horas de violencia y terror para María Fusaro, su esposo y su madre

18 febrero, 2018

Dos horas de violencia y terror para María Fusaro, su esposo y su madre



Una verdadera odisea vivieron, en manos de delincuentes, los tresarroyenses María Fusaro, su madre y su esposo, Néstor, en una vivienda de Sadi Carnot 970. Fusaro y su marido acompañaban a la mujer mayor tras compartir la cena, y por la puerta del frente, que por ser las 22.30 aún estaba abierta, ingresaron dos delincuentes. Armados y con los rostros cubiertos, exigieron desde el primer momento “los dólares”, y ante la negativa por parte de las víctimas, que aseguraron no tener dinero, arreció la violencia.
“Nos ataron de pies y manos con precintos a nosotros; a mi mamá la trataron un poco mejor. Nos pedían dinero todo el tiempo, e incluso a mí llegaron me amenazaron con tirarme agua hirviendo encima si no les daba la plata. Hasta encendieron la cocina. En un momento trajeron un antiguo machete que mi mamá guardaba arriba, y fue con eso con lo que me golpearon la cara. Lo dejaron encima de la mesa y cuando escuché que prendían la cocina me fui encima de uno de ellos con el machete y le di en el cuello. Seguramente lo lastimé, porque más tarde me encontré una mancha de sangre en el brazo”, contó María Fusaro a LU24.
El matrimonio y la anciana pasaron alrededor de dos horas de terror. Cuando logró desprenderse de los precintos, Néstor se subió al techo para pedir socorro y vecinos llamaron a la policía. Fue así que pudieron avisarles que los delincuentes se habían llevado además, no conformes con el magro botín de un par de alhajas de oro y algo de dinero en efectivo, la llave de la casa de María Fusaro, en Lavalle 533. “Pero finalmente fue una equivocación producto del momento que vivíamos, porque las llaves que les di en realidad también eran de la casa de mamá. Así que a casa no pudieron entrar. La verdad es que me alegra que no nos hayan hecho nada”, aseguró la mujer, que no obstante exhibe un fuerte golpe en el rostro. Su marido está en condiciones similares.
Se presume que los delincuentes, que María describió como jóvenes, uno de ellos más alto y el otro de baja estatura, serían foráneos, ya que en varias oportunidades recibieron llamadas a sus celulares y uno de ellos llegó a decir “me hice 1000 km para no llevarme nada”.