Clarín destaca la experiencia de productores tresarroyenses de cultivos no tradicionales

14 enero, 2018

Clarín destaca la experiencia de productores tresarroyenses de cultivos no tradicionales

El diario Clarín destaca, en su suplemento Rural, la experiencia de los tresarroyenses nucleados en la empresa “Productos del Sudeste”, una sociedad de productores que cultivan girasol confitero, poroto mung y arvejas con fines de exportación. “Producir especialidades para el mundo, en cooperación”, es el título del artículo, ya disponible en la edición digital, que hace referencia a la matriz productiva que encararon Félix Vejrup, Alejandro Sorensen, Mariana Groenenberg, Sergio Verkuyl, Jorge Gundesen, Norberto y Federico Van Strien y Juan Carlos Bog.
“Juntos, asociados y cooperando. De esta forma, ocho productores de la zona de Tres Arroyos, en el sudeste bonaerense, vienen trabajando hace ocho años. También lo hacen pensando exclusivamente en la exportación. De una fracción de cada uno de sus campos solo sale un cultivo especial que puede terminar en una mesa latinoamericana o europea. La iniciativa, que se comenzó a delinear en el “año de la Resolución 125”, remató en una sociedad anónima, “Productos del Sudeste”, dice la nota.
“Formamos una sociedad para darle un marco formal, pero esencialmente funcionamos como una cooperativa. Por eso, muchas de nuestras reglas quedaron establecidas de palabra desde el momento que comenzamos, todos las respetan y saben que son así”, señala Silvia Gundesen, la administradora de la empresa y una de las promotoras del proyecto, a Clarín Rural.
Gundesen recuerda que, “arrancamos y nos unimos como lo hacen muchos productores, buscando una alternativa para hacer algo distinto y con el propósito de que, a partir de Productos del Sudeste, cada una de las empresas funcione mejor”, afirma.
En esta clara misión fue en la que confiaron. Algunos ni se conocían entre sí, aunque ya sea por su origen holandés o dinamarqués, característico de esa zona, eran cercanos. Tampoco importó la escala. Entre los ocho hay productores medianos y otros grandes.
Por eso, para evitar que esto pese cuando haya que tomar decisiones, en la formación de la sociedad cada uno tiene la misma participación accionaria. Para producir, también cada uno aporta el 10 por ciento de la superficie que trabaja para la empresa común. Así fue como se lanzaron.

Cultivos para exportación
Al producir especialidades, los cultivos “estrella” que exportan en este momento son el girasol confitero, el poroto Mung y la arveja verde. Estos viajan a destinos diversos como Chile, Paraguay, Colombia, Ecuador, Panamá, Costa Rica, España, Portugal e Italia. Sin embargo, aclara Gundesen, siempre tratan de sumar alternativas para poder despachar uno o dos contenedores a algún nuevo destino.
Con este criterio, también probaron suerte con el coriandro, la lenteja o el lino. Ahora, están intentando producir semilla original de trigo candeal para cerrar un futuro negocio con una empresa italiana que fabrica pastas secas.
Más allá de apostar a cultivos especiales, no están exentos de los vaivenes de precios internacionales. También hoy tienen márgenes ajustados.
“No tenemos buenos precios internacionales en ninguno de los productos que manejamos, pero estamos con ventas permanentemente. Vamos bien, de todas formas, porque los márgenes cierran para la empresa y también porque estos cultivos especiales siguen siendo una buena opción de diversificación productiva en el planteo de los productores. Y esto es fundamental ya que, así, se mantiene la base de la empresa”, apunta la administradora.
La sociedad tiene su propia dinámica para determinar el rumbo empresario y productivo. Para eso se reúnen mensualmente y definen las cuestiones. Desde lo agronómico, plantean la superficie que se pretende sembrar en la siguiente temporada y los productores van participando.
“En ciertas oportunidades, hay productores que ponen bajo producción para la empresa más de 10 por ciento del área porque otros deciden no sembrar girasol, poroto o arveja porque el precio no es conveniente o porque la calidad del lote no es el adecuado para esa alternativa. Esto varía de acuerdo al riesgo que quiera correr cada productor. Asimismo, puede pasar que no podamos cumplir con la expectativa de volumen a recolectar. De esta manera, se venderá menos, al final del ciclo”, explica Gundesen, con entusiasmo.
Concluido el ciclo, la sociedad le liquida al productor por el volumen de granos que entregó y la empresa retiene las ganancias de exportación, agrega.
Como cualquier empresa en crecimiento y con objetivos, se desafían constantemente y también reconocer sus debilidades sobre las cuales deben trabajar.
“Desde lo técnico, apuntamos a que cada productor haga de su campo un sistema lo más diversificado posible y que este sea permanente. De este principio de sustentabilidad consideramos que nos beneficiamos todos como empresa.
Por otra parte, en lo empresario, ya logramos incorporar cultivos que la zona no tenía. Ahora, estamos analizando diseñar un proyecto de exportación que nos permita agregar el resto de los cultivos tradicionales que hace cada productor. De esta manera, evitamos mandar el trigo, el maíz o la soja al puerto”, consigna Gundesen.
Por su parte, añade la administradora, entienden que una de sus debilidades es cultural. “Ninguno de nosotros maneja el idioma inglés fluidamente, con lo cual no podemos tener contacto directo con algunos destinos a los que exportamos”, se lamenta. A esto añade que en el manejo y la presentación del producto se puede hacer más.
“Nosotros clasificamos y embolsamos el grano solamente, pero estamos conscientes que podemos incorporar más procesos industriales”, comenta Gundesen. La firma tiene sus instalaciones con un galpón, silos, oficinas y balanza. Ahí hacen aduana en planta y exportan directo.

Fuente: Clarín Rural