Autonomía, autarquía y una utopía – Escribe: Omar Eduardo Alonso
Hace ya varias décadas se gestaba quizás la experiencia política lugareña más exitosa: el Movimiento Vecinal.
Eventualmente podría mencionarse a la aparición del laborismo/peronismo, en 1946, pero se trató de una expresión nacional con repercusión aquí, pero no fue una experiencia estrictamente local.
Confluyeron en el MV las corrientes más variopintas del quehacer tresarroyense, de modo que era frecuente que se analizaran y discutieran algunos temas que rozaban la ingenuidad.
Uno de ellos era la necesidad de revertir el sistema de distribución del dinero que se genera en nuestro distrito, es decir lo que se conoce como coparticipación.
La idea era que desde la comuna se coparticipara a los estados provincial y nacional, lo que correspondiera, es decir al revés de lo que históricamente ha sucedido, y que seguramente seguirá sucediendo.
En definitiva, el dinero no salía de Tres Arroyos y no se debía depender de la voluntad externa respecto al retorno.
Una ingenuidad y una utopía, aunque parezca razonable, que no tenía en cuenta que era algo políticamente incorrecto y un objetivo seguramente inalcanzable.
Cuento esto en momentos en que se ha mencionado el tema de las autonomías de sectores del distrito y se han planteado cuestionamientos sobre la prestación de algunos servicios en las comunidades fuera de la ciudad cabecera. Lo más reciente se refiere al tema de la salud.
En este espacio, no hace mucho tiempo, se publicaba una foto que ahora reproduzco y planteaba una duda respecto a la leyenda que lo identificaba.
Posteriormente se habló de la presencia de un legislador, David Hirtz, que planteaba la aplicación de mecanismos para profundizar las autonomías municipales.
Es decir que es un tema que es recurrente en la consideración política, que no es sencillo de resolver, pero que cada tanto se instala en el tratamiento público.
Muchas veces es consecuencia de un clamor de poblaciones que se sienten discriminadas en la atención que se les brinda desde la administración central, más allá de los esfuerzos que pudieran hacerse para cubrir las necesidades existentes.
Conclusión: a través del tiempo se han producido iniciativas de autonomías, incluyendo a Claromecó y Orense, en distintas épocas y aún simultáneamente.
No prosperaron, pero constituyeron movimientos muy fuertes alentados por reconocidos vecinos e incluso hasta instituciones.
Me parece que el más concreto ocurrió en Orense hacia la década de 1980.
Algunos datos históricos
El primero de setiembre de 1989 se realizaba una asamblea popular en el salón Virgen Milagrosa, convocada por el Rotary Club de Orense.
Participaron unas 350 personas ante quien los convocantes dieron a conocer el propósito, es decir considerar la posibilidad de una autonomía.
En la ocasión hablaron el señor Lorenzo de la Mata, presidente del Rotary y el médico Américo Luzzi, logrando aprobación unánime a la propuesta.
De allí surgió un grupo de 15 personas encargadas de formar una comisión de estudio. Luego se sumarían 8 más representativas de áreas como educación, servicios, agropecuaria y comercio.
Ese grupo estaba integrado por Américo Luzzi, Osmar Etcheto (foto), Pedro Alí, Alma Sapag, Héctor Aguirregabiría, Genoveva Eguren, Armando Serrano, Mónica Riva, Alfdan Hansen, Adriana Etcheto, Raúl Portugal, Graciela Murray, José De Luca, Roberto Stancovich, Lorenzo De la Mata, Nélida Cabodevila, Ana María Aguirregabiría, Luis Hansen, Hugo Eguren, Víctor Voullioz, Alberto Gotau, Ernesto Exler y Carlos Eguren.
El día 8 de ese mes, en la biblioteca Amigos del Libro se realizó un nuevo encuentro conformándose una mesa chica con Luzzi como presidente; Hansen vicepresidente y Sapag como secretaria.
Se informó que se sostenían contactos con la gente de Claromecó que también estaba impulsando una iniciativa similar.
Se formaron allí distintas subcomisiones de estudio: base territorial; población; producción y servicios; comercio; educación; salud; turismo; red vial; autosuficiencia económica y financiera.
Los promotores aclararon en la ocasión que la convocatoria no tenía connotaciones políticas y tampoco era consecuencia de desinteligencias con el gobierno municipal.
Destacaban que “era un derecho natural de los pueblos y debía modificarse el sistema de municipio/partido que era anacrónico.”
Sin embargo, desde el seno mismo de la localidad de Orense surgieron algunas voces contrarias, fundamentalmente porque se consideraba inviable la iniciativa.
Abel Baigorri
El doctor Abel Baigorri dio a conocer sus reparos de manera pública, advirtiendo de la necesidad de recurrir a la ciencia demográfica antes de adoptar resoluciones de este tipo.
Enumeraba casos de decisiones que prescindieron de determinados datos y que condujeron a ciertos fracasos, ignorando el crecimiento vegetativo de la población.
Decía que según organismos internacionales en ese momento la tasa de natalidad mundial se ubicaba en 34 por mil y los decesos en 18 por mil.
En Orense, en 1988 se habían producido 40 nacimientos y 21 defunciones.
Luego reproducía un detalle anual indicando la población que debería tener Orense si se hubiera producido un crecimiento vegetativo normal.
Arrancaba en 1956 con una población orensana de 5 mil habitantes; en 1970 debería haber tenido 6832; en 1980, 37.325 y en 1989, 192.597 pobladores.
Sin embargo al momento de este movimiento autonomista, Orense tenía 2500 habitantes.
Baigorri consideraba inviable pues el sostenimiento de un distrito autónomo significaría la necesidad de una carga impositiva insoportable para cada habitante.
Conclusión
Todos los intentos se diluyeron pero ideas en ese sentido reaparecen cada cierto tiempo, como ahora.
En Orense, además del comentado en detalle, ya se había producido un movimiento popular en 1956.
Pero es bueno recordar que la cuestión mereció un estudio muy serio en su momento.
Desconozco si hubo una compilación final de lo analizado en cada área y sus resultados, pero sería interesante repasar aquellas opiniones.
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