A “La Hora” señalada

19 diciembre, 2020

A “La Hora” señalada

El 15 de diciembre de 1933 a las 21 horas aparecía un medio periodístico que marcó época, con una trayectoria realmente muy apasionante que terminaría por extinguirse en 1962.
Fue consecuencia de un “gesto de solidaridad y rebeldía” protagonizado por un grupo de periodistas que hasta tiempo atrás se desempeñaban en La Voz del Pueblo y que por razones que no vienen a esta crónica, resolvió abandonar esa relación laboral.
Se trataba de un grupo de jóvenes que hizo causa común con quien por entonces ejercía la dirección del matutino, el vasco Juan B. Aranguren (foto).
Esa acción fue seguida con el entusiasmo por persistir en la brecha periodística, una tarea para nada sencilla, sobre todo por la carencia absoluta de medios económicos, pero además porque el mercado estaba cubierto por la existencia de tres matutinos.

Los pioneros de La Hora fueron, además de Aranguren, Tomás Gonzalo, Isaac Souessia (foto), José Morilla, Omar Marcolla y Félix Rodríguez, quienes resolvieron aventurarse con un diario vespertino.
El grupo original se fue disgregando progresivamente, pero sucesivamente se fueron incorporando profesionales que marcarían a fuego el prestigio del periodismo lugareño y que iré enumerando más adelante.
El nombre del nuevo emprendimiento surgió tras largas charlas de café y casi casualmente, pero además se debían definir cuestiones básicas de una iniciativa que se lanzaba sin dinero y sin estructura alguna.
La señora Josefa Pappaterra de Fernández con su contribución fue central en la posibilidad de avanzar en la cuestión.
En un local de su propiedad ubicado en 9 de Julio 178 se instaló el primer emplazamiento del diario, mientras que se recurrió a Pedro Guillardoy para tener una impresora que antes había sido utilizada para plasmar la antigua La Reforma.
Se trataba de una impresora plana que admitía pliegos por unidad. Se puede tener idea del trabajo que se hacía para una tirada de 3 mil ejemplares.
El 3 de diciembre de 1938 se trasladaría a Pellegrini 12 y en 1941 lo haría a Hipólito Yrigoyen 244, donde permanecería hasta su desaparición.
El inmueble ocupado en último término contaba con un zaguán, dos habitaciones al frente donde funcionaron la administración y la dirección; y sectores posteriores donde se instalaron la redacción y el taller.
El zaguán era utilizado como refugio por el policía asignado a la custodia de la casa de José Campano, ubicada de manera contigua.
Las noticias nacionales e internacionales eran tomadas de radios de la Capital Federal y de Uruguay y se mantenía un servicio de la agencia Saporiti a través del teléfono, con demoras pronunciadas aunque menores respecto a los servicios comunes de la época.
Se utilizaban por entonces aquellos primeros grabadores de alambre, susceptibles a roturas frecuentes, lo que condicionaba mucho la recepción de las noticias.
En 1940 se incorporaron a la sociedad Félix Rodríguez, Mateo Mastronardi y Dacio Fernández.
“Las ideas no se matan”
La frase, atribuida a Sarmiento, parece muy bien aplicable a la orientación editorial de La Hora, claramente identificada con el radicalismo.
Acotación: también La Voz del Pueblo tenía esa orientación editorial y virtualmente ambos eran voceros de la Unión Cívica Radical.
Retomo la crónica: Lo cierto es que el diario se lanzó a la calle con 8 páginas, un precio de 10 centavos el ejemplar y la posibilidad de una suscripción mensual por 2 pesos.
Se abría así una disputa por el mercado de lectores con La Voz del Pueblo, El Mercurio y La Comuna, y el proceso fue mejorando con la incorporación de un linotipo, en 1934(foto). Se establecía una competencia desde lo ideológico pues, fuera de La Voz, los restantes respondían claramente al gobierno conservador vigente en la década del 30.
El 11 de diciembre de 1934 su director, José Aranguren fue preso por presunto desacato a la orientación del presidente Juan B. Justo. Dos días después era liberado.
En abril de 1935 se conocía una condena de 9 meses de prisión en suspenso.
El 13 de octubre de 1936 sufría otra detención, siendo liberado el día 19.
El 7 de enero de 1937 fue detenido por desacato, en este caso respecto al gobernador Manuel Fresco. Fue alojado en la cárcel de encausados de B. Blanca donde cumplió 9 meses de prisión.
Poco después, el 28 de junio, Aranguren dejó la dirección del diario y hacia fines de ese año se hizo cargo Mateo Mastronardi (foto). En el interregno actuó al frente el señor Félix Rodríguez.
En octubre de 1942 se resolvió la transformación de la rutina diaria, apareciendo como matutino, mientras que se hacía cargo de la dirección el abogado Ricardo Fernández, mientras que Mastronardi incursionaba en la política y accedía como diputado provincial del radicalismo.
También se incorporaba una impresora rotoplana que permitía la aplicación de papel en bobinas.
Pero además de la puja política y sus consecuencias mencionadas, también el diario debió afrontar otros problemas, como una fuerte huelga de canillitas (Tapa del álbum de los 25 años con un canillita dibujado por el profesor José Rodrigo”.
La Hora no fue una excepción a los mecanismos de control que los gobiernos de turno aplicaban a los medios opositores, fundamentalmente restringiendo el acceso al papel. Se debía recurrir al mercado negro pagando los naturales sobreprecios.
En 1962 fue el único medio local que publicó la noticia del derrocamiento de Arturo Frondizi, haciendo al día siguiente un suplemento especial.
El cierre del diario generó demandas de los trabajadores, proceso que inició un abogado de apellido Nieto, quien falleció en un accidente, completando el proceso el estudio Fossati.
Algunos de los protagonistas de esta historia
José Aranguren era un vasco originario de Guipuzcoa. Había estudiado teología y derecho canónico en Valladolid .
Había recalado en Neuquén—las circunstancias las desconozco—en 1924. Luego estuvo en B. Blanca y fue redactor en El Atlántico, tras lo cual llegó a Tres Arroyos, ocupando un tiempo la dirección de La Voz del Pueblo, hasta 1933 cuando se lanza al emprendimiento que me ocupa en esta ocasión.
Falleció en 1955.
Mastronardi, tras el cierre de La Hora en 1962, mantuvo su actividad periodística escribiendo editoriales en La Voz del Pueblo.
Amílcar Dinsen ingresó como cronista el primero de diciembre de 1953. También actuaría en La Voz y luego como jefe del Servicio Informativo de LU 24 hasta su retiro.
Oscar Aymonino (foto) se incorporó el 18 de octubre de 1954 como corrector, luego cronista y finalmente como encargado de telegramas, hoy una especialidad desaparecida. Luego, en La Voz del Pueblo sería un eximio periodista de policiales.
Carlos Ocaña estuvo en La Hora, también en La Voz del Pueblo y finalmente tendría una importante trayectoria en La Nueva Provincia, de Bahía Blanca.
José N. López sería jefe de deportes y Carlos Potente luego sería jefe de esa sección en LU 24.
Hugo Costanzo operaba en avisos. Luego sería socio en King Publicidad.
Otto Haedo había llegado desde Necochea. Fue tipógrafo y fundador del cuerpo de bomberos voluntarios.
“Cacho” Urbieta fue linotipista (como Dacio Fernández), además recordado arquero de Villa del Parque. También actuaron en la especialidad Héctor Ghizzi, Luis María Plá y Eduardo Fernández.
También lo fueron dos mujeres, probablemente las primeras linotipistas del país N. Framarini e Irma Cuestas de Pla.
Segundo Manuel Valle, fue linotipista, actuó en la política desde el peronismo y fue concejal.
Walter Villemur, un excepcional radiotelegrafista (especialidad desaparecida en el oficio). También actuó como cronometrista en las transmisiones deportivas de LU 24.
Otros nombres que también conformaron la estructura de La Hora fueron José Leguizamón, Ricardo Guido, y Abel Marcos (en la redacción); Juan Gallo y Rubén Rodríguez (en expedición); Félix Rodríguez y María Rita Leguizamón(en administración); Alberto Gallo era cobrador y Raúl Moreno, Ricardo Foulkes, el “Gato” Laplace también prestaron servicios en el diario.
Víctor Herrera era el jefe de máquinas, y operaban Raúl Góngora, Oscar Amado, y Fernando Montoya.
Eran tipógrafos Héctor San Román, Donato Elisio, Cacho Cuestas y Carlos Di Doménico.
Crédito y recordaciones: Agradecimiento especial a mi amigo Oscar Aymonino, por los datos aportados. Recuerdo su paso por Esto es Historia, lo mismo que Urbieta y Costanzo, quienes también estuvieron en ese espacio radial.

Escribe: Omar Eduardo Alonso – [email protected]
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