Alberto Molares: su fallecimiento. Escribe Omar Eduardo Alonso

Nonagenario ya, se produjo la muerte del señor Alberto Molares, descendiente de dos vertientes de inmigrantes. Españoles por sus abuelos paternos, Jesús Molares y Rosa Trelles e italianos por sus abuelos maternos, Juan Colavecchia y Carmen Chirone.
Integró una familia que supo contribuir al desarrollo industrial de Tres Arroyos de manera muy exitosa y también afrontó una caída total a merced de un incendio que transformó en cenizas todo aquel esfuerzo.
Inmigrantes que originalmente se radicaron en Benito Juárez y Rauch, respectivamente, aunque coincidieron en trasladarse a Tres Arroyos que se avizoraba como un lugar de gran desarrollo económico y cultural.
Los españoles instalarían una incipiente fábrica de jabón, que luego cobraría real dimensión e incorporaría una fábrica de velas y un molino de sal.
Los italianos montarían una herrería y fábrica y reparación de carruajes que funcionaría en avenida Libertad 762.
Con el lema “hechos y no palabras”, aunque en latín, la fábrica de jabón producía bajo el nombre de “Victoria”. Llegó a cubrir la demanda de un 50% en jabón y las velas prácticamente coparon toda la zona patagónica.
La fábrica ocupaba un local y anexos se encontraban todos los ambientes familiares, incluyendo la vivienda.
Un cortocircuito redujo a cenizas toda la estructura y obligó a la familia a acomodarse como pudieran en un galpón ubicado en Güemes 955, sobreviviendo con lo puesto.
Alberto Molares se crió en proximidades del actual Parque Cabañas y concurrió a sus estudios primarios a las escuelas 21, 5 y 14, completó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional, egresando en 1944 como bachiller.
Inició su preparación para ingresar a la facultad de Ciencias Económicas, aspiración que no concretó.
Recién egresado secundario ingresó a la estructura municipal; luego fue administrativo en La Previsión y posteriormente se incorporó al Banco de la Nación.
Hizo el servicio militar en Bariloche, se casó con María Elena Escudero y tuvieron 3 hijos, todos profesionales luego.
Participó en un proceso de revalúo inmobiliario de la Provincia, en este caso en la zona de Oriente, tras lo cual resolvió su independencia laboral.
Logró la matrícula 167 como martillero público y se dedicó a la actividad inmobiliaria y administración de campos, incluyendo el de la familia de su esposa.
También tuvo vinculación con algunas instituciones de bien público de nuestro medio.