El obispo Azpiroz está en Tres Arroyos: “la fe y la educación son fundamentales para cerrar la grieta”

Monseñor Carlos Azpiroz Costa, titular de la Arquidiócesis de Bahía Blanca, visita Tres Arroyos donde durante este fin de semana administró la Confirmación a numerosos grupos de chicos y chicas tresarroyenses. En la Casa Parroquial compartió una amplia entrevista con LU 24, en la que reflexionó en torno al rol de la Iglesia durante la pandemia, en el acompañamiento a los fieles pero también en la búsqueda de restañar las desigualdades que puso de manifiesto. Y además puso en discusión la decisión de las autoridades de restringir los cultos y los servicios educativos cuando se autorizaban otras actividades masivas.
“La Confirmación es el sacramento que administra el obispo, así que después de tanto tiempo en el que por cuestiones de aforo únicamente se autorizaba en grupos pequeños, había una necesidad de las comunidades de encontrarse con el obispo y del obispo con las comunidades. Y quedó de manifiesto además que los chicos querían recibirlo, porque de hecho la Confirmación es, precisamente, un sacramento de la madurez cristiana, que los mismos confirmandos piden”, aseguró Azpiroz, quien lleva ya cuatro años como titular de la Arquidiócesis.
El obispo destacó también la creatividad de los sacerdotes para mantener el vínculo con los fieles durante la pandemia, con la tecnología digital como protagonista pero sobre todo con la radio, en esta zona, como vehículo principal. Pero advirtió, no obstante, que “aun cuando la gente se acostumbró a escuchar la misa por radio, o ver en su casa la misa del Papa o del sacerdote español que la oficia desde el pueblo donde nacieron sus abuelos, la comunidad parroquial, su ambiente, no se ha roto. Y con un poco de miedo todavía, la gente vuelve y no por el precepto, sino porque hay una necesidad interior. Que, creo, las autoridades nacionales, provinciales y locales –departamentos o municipios, según la provincia en que nos encontremos- no han llegado a entender, restringiendo actividades del culto con todos los protocolos que se aplicaban, cuando otras como bares, cervecerías y shoppings se permitían. Y con la educación pasó algo parecido; sin voluntad de partidizar el tema pero sí de politizarlo en torno a la búsqueda del bien común, que en definitiva eso es la política, quizá no se tuvo en cuenta que se creó un mal mayor. Porque no todo el mundo tiene el telefonito. Entonces se ha profundizado una grieta que lo espiritual y lo educativo deben restañar”.