¿El precio del progreso?

Se esperaba hace tiempo y llegó. Me refiero al cordón cuneta en la cuadra del 800 al 900 de calle La Rioja.
El viernes 3 de julio un amable señor tocaba timbre en mi casa, al 819, y amablemente me anunciaba que el lunes siguiente se comenzaría el trabajo.
El día 5, a hora temprana otro señor con la misma o más amabilidad me decía que se iniciaría el trabajo y me advertía sobre si yo quería sacar mi vehículo para evitar quedar varado.
Le agradecí el gesto pero le dije que por tres días no tendría inconvenientes en movilizarme a pie. Y allí quedaron mis vehículos en un reposo obligado que suponía no se extendería más allá de las 72 horas.
El miércoles 7 se retiraron los moldes y al día siguiente, primeras horas de la tarde, me dispuse con pico y pala a desmontar los accesos a la vivienda.
Fue cuando un vecino me avisó que en un rato, maquinaria municipal haría ese trabajo. Y así fue. En la tarde del jueves 8 una topadora habilitó los accesos a todos los vecinos. Excepto a mí (fotos).
Sobrevino el feriado largo. El martes 13, por la tarde, observé el trabajo de la topadora que al cabo de poco tiempo se retiró. Mi vereda seguía igual.
Imaginé que era una cuestión de horas. Me equivoqué. El viernes 16 (ayer) hubo gran despliegue de maquinarias recomponiendo la calle y el entoscado, en un excelente trabajo. Concluido el horario laboral, se retiraron. Y mi acceso sigue igual (foto).
Con resignación sigo esperando mientras intento hallar alguna razón por la qué soy el único vecino de la cuadra que no puede usar sus vehículos. Y van 12 días (o más si se tiene en cuenta este fin de semana).
¿Es el precio que debo pagar por el progreso? ¿Estoy pagando alguna deuda pendiente? O quizás sepan que para mitigar las limitaciones de la pandemia ocupo parte de mi tiempo en largas caminatas y es una manera de incentivarme para que lo siga haciendo. Quizás, entonces, no deba preocuparme y por el contrario agradecer y esperar resignado dejando en pausa el pico y la pala.
Omar Alonso
DNI 7618092