La alternancia ¿es posible? Escribe: Omar Eduardo Alonso

31 diciembre, 2022

La alternancia ¿es posible? Escribe: Omar Eduardo Alonso

Abrevar en la historia no solo es un ejercicio apasionante para quienes adherimos al mismo, sino que permite conocer que a través de los tiempos y en distintos puntos del orbe, se han ensayado prácticas surgidas de la racionalidad y de suma utilidad.
Quizás por no herir susceptibilidades o por otros intereses, los comunicadores preferimos no hablar claro y dejar pasar situaciones que se advierten a simple vista.
Pero antes quiero apuntar a instrumentos históricos usados con éxito para ampliar y facilitar la producción agropecuaria mediante aplicaciones prácticas.
Y Francia tiene por lo menos dos ejemplos para exhibir: el sistema ferroviario Decauville y el funcionamiento de escuelas de alternancia, estas últimas surgidas en 1930.
Un sistema parecido se aplicaba hace medio siglo en Dinamarca con excelentes resultados, pero en ambos casos sin perder de vista que era una necesidad de aquel momento. La evolución dejó de lado esta modalidad de enseñanza muy particular.
Volviendo a nuestro país y también a nuestra región, recuerdo haber publicado hace mucho tiempo una nota con el título “brutal proceso de concentración de la tierra”. Daba cuenta de algo que quedaba demostrado por el censo agropecuario de aquella época.
Podría recordar las cifras, que eran patéticas, pero prefiero decir que aquel proceso ha continuado y a diario desaparecen los pequeños productores, tal como dirigentes de la actualidad han expresado recientemente.
Ya es una constante la inexistencia de políticas que favorezcan al sector agropecuario, especialmente a los de escasas posibilidades de subsistencia y desarrollo.
Es probable que una política impositiva con progresividad en ingresos y extensiones, aplicada seriamente pero con severidad podría mejorar esas perspectivas.
Muchos años atrás se hablaba del impuesto a la tierra libre de mejoras, un concepto que desde hace bastante tiempo no escucho.
Entre 1988 y 2002 desaparecieron en el distrito de Tres Arroyos 350 productores, según datos oficiales.
Mientras tanto había una fuerte concentración de la propiedad de la tierra, incluyendo la aparición de sociedades y pules de producción.
Y la tendencia se profundizó en los últimos 20 años.
Pero todo lo precedente podría considerarse una introducción; a lo mejor un simple diagnóstico de un modesto periodista.
La pregunta central que me parece no tiene respuesta es: ¿qué posibilidades reales de dedicarse a la producción agropecuaria tienen los alumnos que asisten a escuelas con orientación agraria?
Excepto quienes pretenden tener una base para un posterior estudio universitario específico, y quienes son hijos de campesinos establecidos, el resto no puede aspirar a un espacio propio y tampoco a trabajos calificados de campo, pues este está virtualmente desierto.
No es el único rubro en que sucede esto. También en comunicación social, sector que conozco al detalle, los estudiantes encuentran pocas o nulas posibilidades de acceder a los medios. Las excepciones siempre confirman la regla.
Como concepto general, considero que sería imprescindible redefinir muchos aspectos de la enseñanza secundaria, orientando hacia oficios estratégicos con salida laboral, con lo cual se evitará—entre otras cosas—la frustración de los jóvenes que luego deberán enfrentarse a una cruel realidad.
Alternancia
Las escuelas de alternancia puestas en funcionamiento hacia 1930 en Francia, pretendían generar provisión de mano de obra capacitada por la práctica para la labor de la producción agropecuaria.
Lo más notable de todo es que esa modalidad ya se está desarrollando en nuestro país con señalado éxito.
He solicitado mayores detalles a la organización que monitorea esta cuestión. No he recibido respuesta pero en principio puedo decir que están funcionando 37 escuelas con 3050 alumnos y 620 docentes.
Una de ellas está instalada en la localidad de Ochandio, con gran aceptación de alumnado interesado en aprender conocimientos prácticos vinculados con la producción.
El establecimiento funcionó en principio en predio prestado, pero se logró hace algún corto tiempo la ejecución de modernas instalaciones que se muestran en una foto anexa.
Esta enseñanza de “alternancia” implica que los alumnos permanecen en la escuela y conviven con sus instructores durante 15 días al mes y luego aplican sus conocimientos en emprendimientos diversos, en general partiendo de modestas iniciativas. El ciclo se repite durante todo el año lectivo.
Surge claramente que el sistema implica la necesidad de contar con alojamiento apropiado para una permanencia de ese tipo.
Otra escuela de alternancia funciona con muy buena repercusión regional en la localidad de Aparicio, que tiene solo 80 habitantes estables.
El Centro Educativo para la producción total número 35 funciona en el edificio de la ex Cooperativa Agropecuaria, concurren 77 alumnos incluyendo a Tres Arroyos, Indio Rico, y Monte Hermoso. También han concurrido interesados de zonas algo más alejadas.
Atando cabos me surge que la idea sería perfectamente aplicable en las instalaciones del ex Colegio Argentino Danés que supondría una transformación de la actual Escuela Secundaria Agraria que funciona en ese lugar.
Recordemos que allí funcionó un internado que fue muy importante y que hoy está inactivo.
No me parece que sea una idea descabellada. Todo lo contrario, significaría asumir una realidad.
Una reflexión final.
Aunque parezca poco elegante, me vino a la mente una expresión que se utilizaba muchas décadas atrás en las áreas rurales, por entonces con abundante población.
Se hablaba de decir las cosas “sin pedos atajados”, que sería de manera más fina, decir las cosas que se piensan, “sin tapujos”.
Es peligroso, pero saludable.
Hasta el año próximo.

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