“La Blanca” y una historia “¿negra?”- Escribe: Omar Eduardo Alonso

28 enero, 2023

“La Blanca” y una historia “¿negra?”- Escribe: Omar Eduardo Alonso

“El señor Julián Martínez y Martínez es un agricultor y ganadero que ha revelado condiciones nada comunes entre la pléyade de hombres que trabajan la tierra.”
Así comienza una crónica de la década del 30 que hace referencia a esta persona, oriunda de Rauch y que llegó a nuestro medio en 1898, cuando comenzaba el pleno desarrollo de Tres Arroyos.
Lo cierto es que se estableció en un predio de 120 hectáreas a solo 4 kilómetros de la planta urbana y que dedicó casi totalmente a la agricultura.
Acompaña esta nota un detalle incluido en un relevamiento realizado hacia fines de la década de 1920.

Sus padres fueron Perfecto Martínez y Benita Martínez, mientras que su esposa fue Matilde Baca.
El matrimonio tuvo 7 hijos, cinco de los cuales fueron varones.
Don Julián forjó una extensa vinculación en los círculos sociales y económicos de la zona en base a un prestigio personal que lo distinguía.
De tal modo desarrolló una confortable residencia campestre, ajustada a sus gustos personales, la que hoy se mantiene en pie y muestra la gallardía de una construcción con materiales nobles.
Esta nota es acompañada por fotografías de La Blanca, en 1934, y en la actualidad.
Pero de la misma manera desarrolló un zoológico con animales sobre todo de la fauna nativa, incluyendo ejemplares de especies americanas que poblaron estas latitudes.

Actualmente el predio cuenta con 40 hectáreas y la vivienda está deshabitada, aunque el área aledaña ha sido alquilada para una explotación hortícola de productores bolivianos.
Es una construcción particular, fuera de lo común.
En los registros municipales no hay datos sobre su construcción.
He podido constatar operaciones de compra y hasta una cesión en usufructo todas entre los años 1934 a 1936.
Las versiones populares hablan que allí residen fantasmas que pululan en sus habitaciones. Otra de las tantas leyendas que se tejen en derredor de un lugar poco común.

En su construcción se observan en la parte superior estrellas claramente vinculadas con la colectividad israelí, judía o hebrea.
Esas mismas versiones dicen que allí funcionó un prostíbulo judío.

Y la pregunta surge casi naturalmente: ¿Será ese el lugar que utilizara la organización Zwi Migdal?
Cualquier respuesta, en cualquier sentido, no puede ser concluyentemente definitiva. Parece poco posible en tanto se consideren las fechas disponibles. Martínez y Martínez compra en 1934 esa propiedad pero no se menciona al vendedor y además se lo consigna hacia 1920 como se constata en el detalle adjunto.
Aquella organización funcionó entre 1906 y 1937, debo recordar a manera ilustrativa.
Es prudente exhibir entonces una duda metódica, aunque esté tentado a celebrar la conclusión de una búsqueda que iniciara hace mucho tiempo cuando leí a Félix Luna quien habla de instalaciones de la organización en Tres Arroyos.

Según el prestigioso historiador, en nuestra ciudad funcionó una dependencia de aquella triste estructura de alcance nacional e internacional dedicada al tráfico de mujeres y la explotación de una red de prostíbulos extendida a lo largo y ancho del país.
Luna afirma que aquí se trataba de un lugar “especial”, donde se “ablandaba” a las mujeres que se resistían a ser incorporadas al infamante oficio.

No dice de qué forma se procedía, aunque es bastante sencillo suponerlo. Eran castigadas, sometidas y prostituidas.
Por un razonamiento lógico, siempre imaginé que dicho “establecimiento” estaría ubicado en proximidades de la estación ferroviaria. Todos los movimientos de pasajeros de larga distancia se hacían por ese medio en aquellos tiempos.

Nunca logré siquiera una punta, un dato, que permitiera confirmar esa impresión generada en una febril imaginación, solamente.
Hasta que un día me encontraba en una reunión de amigos vinculados a un grupo de turismo rural, cuando uno de ellos comenzó a hablar del lugar. Yo lo había visto mucho tiempo antes, pero de lejos.

Dijo que allí había funcionado un prostíbulo judío, además de un zoológico.
Se relanzaba mi búsqueda, ahora con alguna aproximación mayor, aunque sin certezas.

La casa
Es antiquísima. De sólida construcción, lo que ha permitido que muestre una gallardía particular a pesar del tiempo.
Como digo, no hay registros municipales que se vinculen con sus orígenes constructivos, aunque hubo crónicas sobre el establecimiento La Blanca
Se observa una primera operación de compra venta del 9 de noviembre de 1934, adquiriendo Julián Martínez y Martínez, con intervención de la escribanía F. A. Palmeiro, de Bahía Blanca.
Hubo dos movimientos en 1935, el 12 de abril cuando se hacen cargo del lugar Andrés P. Rizzi y Subini, y hacia diciembre de ese año se traspasa a Juan Rizzi.

En esos movimientos participaron las escribanías de Ernesto Senra, de Tres Arroyos y A. Massi, de Bahía Blanca.
El lugar sigue perteneciendo a la familia y en algún momento fue objeto de una cesión en usufructo.
Intenté un contacto, pero fue infructuoso. “No tengo obligación de darle datos”, fue la lapidaria frase con que una mujer mayor a través de una pequeña abertura en la puerta del frente de la casa en calle Humberto Primo, protegida por una cerrada malla de alambre, me despidió.
Solo como dato adicional se puede consignar, sin afirmar que hubiera alguna relación, que hacia 1928 desarrollaba actividades de constructor en nuestro medio el señor Esterino Rizzi, que registraba domicilio en Balcarce 160.

Hoy puede observarse en la avenida Moreno una vivienda muy bien conservada, en cuyo frente se observa el sello de Rizzi como constructor (foto). Es un detalle que tiene efecto solamente ilustrativo, que no significa afirmación alguna.
Debo consignar también que intenté un contacto con una descendiente del señor Julián Martínez y Martínez con la intención de contar con mayores datos al respecto, sin lograrlo.

La historia es verosímil. Si se pudiera confirmar todo lo afirmado por la leyenda popular, sin dudas se trataría de un lugar de trascendencia histórica nacional y hasta internacional que debería ser preservado. Pero son todas elucubraciones hipotéticas.

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