La Tigra ya no ruge- escribe: Omar Eduardo Alonso

10 diciembre, 2022

La Tigra ya no ruge- escribe: Omar Eduardo Alonso

El que por casualidad mira las ruinas situadas en una curva, sobre ruta 85 a pocos kilómetros de nuestra ciudad, no puede imaginarse la rica historia que el paraje La Tigra tiene.Fue allí donde se pudo detener el avance del que sería el último malón hacia nuestra zona, en 1876.
Cuatro años después recalaría en el lugar el señor Francisco Cantagalli, fundando una “esquina” es decir un paraje destinado a brindar algunos servicios a los pobladores todavía escasos y dispersos de la zona. (foto: frente histórico)
El lugar, dedicado entre otras cosas al acopio y comercio de “frutos del país”, creció rápidamente de manera exponencial, transformándose en un almacén de ramos generales cuyo surtido y prestaciones nada tenían para envidiar de los mejores de nuestra planta urbana.
Francisco contó con la participación de dos hermanos y de Nicolás Frugone, quien actuaba como tenedor de libros y con el tiempo se transformó en socio de la empresa.
Cantagalli trabajó mucho en la radicación en esa región de colonos que en su mayoría provenían del distrito de Benito Juárez, mientras que Frugone propició la introducción de prácticas y mecanismos modernos para la época y que eran desconocidos en nuestros campos.
Frugone se incorporó en 1890 y permaneció hasta 1910 y junto con Francisco Cantagalli desarrollarían importantes actividades agropecuarias e institucionales.

Los Cantagalli
Jorge Cantagalli y Paulina Muzzio fueron inmigrantes italianos que se radicaron en la Capital Federal. Fallecieron en 1894 y 1903, respectivamente.
El fundador del comercio La Tigra, nombre asignado a una laguna próxima, también fue fundador y primer presidente de La Previsión, entre 1904 y 1914. (foto)
Pablo Cantagalli nació en Buenos Aires el 23 de noviembre de 1871, cursando estudios primarios y secundarios, hasta que se sumó al emprendimiento ubicado por entonces en jurisdicción de Micaela Cascallares.
Retirado de esa actividad, se casó con Herminia Bollazi, y se dedicó a las actividades rurales sin descuidar una activa participación política desde el radicalismo.
Integró el Concejo Deliberante, el Consejo Escolar, fue juez de paz y llegó a ocupar el cargo de Intendente municipal. (foto)
Eduardo Cantagalli se radicó en Tres Arroyos en 1887 y se integró al comercio de La Tigra, donde permaneció durante 18 años.
En 1908 se separó de la sociedad familiar y en 1925 se retira de la actividad. (foto)

Frugone
Frugone había llegado en 1880 al país permaneciendo algunos años en la Capital Federal. En 1900 se trasladó a Tres Arroyos y se dedicó a la agricultura y ganadería.
También tuvo una activa participación en el desarrollo de algunas instituciones importantes de Tres Arroyos.
Hizo fortuna. Contaba con el campo “El Carmen”, en proximidades de San Cayetano, por entonces partido de Necochea.
Además ocupaba una lujosa residencia que se ubicaba en Rivadavia al 300
Fue presidente de La Perseverancia del Sur; vicepresidente del Banco Comercial e integró el directorio de la Sociedad Rural de Tres Arroyos. (foto)

Una nueva etapa
Un crecimiento y consolidación de la “esquina” La Tigra, se registra desde 1928, con el cambio de propietarios.
Ese punto se fue transformando en parada y concentración de las columnas de carretas que transportaban mercadería diversa entre Buenos Aires y Bahía Blanca.
Lo cierto es que en la fecha mencionada se hacen cargo los señores Vicente Salcedo y José Miquelarena.
El primero de ellos era español y en 1919 viajó a la Argentina, radicándose originalmente en Napaleofú, donde trabajó para la firma de Emilio Fort y Cía. (foto)
Miquelarena era argentino, nacido en General Guido del matrimonio entre José Miquelarena y Vicenta Armasa. (foto)
Las circunstancias hicieron que resolvieran formar una sociedad y afrontar el desafío de desarrollar un almacén de ramos generales en La Tigra.
La iniciativa fructificó de manera de constituirse en un centro comercial de primer nivel capaz de atender una creciente demanda que se producía a medida que los campos eran ocupados por numerosas familias campesinas.
Como tantas otras iniciativas, con el tiempo y un creciente modernismo, se fueron diluyendo y decayendo hasta desaparecer.
Hoy, La Tigra ya no ruge como entonces. Solo quedan vestigios de aquella grandeza forjada por visionarios dispuestos a afrontar los esfuerzos necesarios. (fotos: ruinas actuales)
Esas ruinas, que se observan en las fotos, contrastan con aquella grandeza, también perpetuada en una instantánea.
Es preciso, sin embargo, dejar testimonio para que se sepa que ese lugar fue de una importancia considerable.

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