Malvinas: Un diario español entrevistó al copetonense Blas Fernández, sobreviviente del Belgrano

3 abril, 2022

Malvinas: Un diario español entrevistó al copetonense Blas Fernández, sobreviviente del Belgrano

A 40 años de la guerra de las Malvinas, el diario “El Comercio” de Asturias, España, rescata la historia del copetonense Blas Fernández, nieto de españoles, quien recuerda cómo sobrevivió al hundimiento del ‘Belgrano’. La nota completa se reproduce a continuación:

“El 2 de abril de 1982 es una fecha marcada a fuego en el calendario y en la memoria de la mayoría de los argentinos. Ese día, el país se despertaba entre la conmoción y el entusiasmo patriótico casi a partes iguales: «Che, recuperamos las Malvinas», comentaba todo el mundo nada más levantarse y oír las noticias en la radio. En Argentina no se hablaba de otra cosa. El Gobierno de la Junta Militar, entonces liderado por Leopoldo Fortunato Galtieri, decidió tomarse la justicia por su mano y ordenó recuperar las Malvinas «de prepo». La Armada argentina, en lo que luego se supo fue una maniobra desesperada de la dictadura militar por perpetuarse en el poder, desembarcó en plena madrugada en las mismas islas que Inglaterra «había usurpado en 1833» y cuya soberanía los argentinos llevaban décadas reclamando sin éxito.

Hoy, 2 de abril de 2022, se cumplen 40 años del mayor conflicto bélico declarado en el Atlántico sur, conflicto que dejó un luctuoso saldo de muertos: 649 soldados argentinos, 255 británicos y tres civiles isleños. Blas Fernández, nacido en la localidad de Copetonas, en Tres Arroyos, en la provincia de Buenos Aires, es nieto de españoles y uno de los veteranos de aquella guerra. «Mi abuelo Faustino Fernández era de Villafeliz, en León, y mi abuela, Justina Izaguer, vasca», recuerda. En 1982 Blas tenía 24 años, se había casado hacía apenas un mes y formaba parte de la Armada, a la que se había alistado siendo adolescente: «Era un poco rebelde, no quise seguir estudiando así que mi viejo me dijo ‘vas a tener que laburar’». Blas trabajó de panadero y de peón de albañil, hasta que un día vio un anuncio de la Marina y se apuntó.

Fernández es uno de los supervivientes del crucero ‘General Belgrano’, hundido por Inglaterra apenas un mes después de iniciarse la guerra y en el que murieron 323 de los 1.093 tripulantes argentinos que iban a bordo. El hundimiento de este buque, que se encontraba en zona de exclusión y que «ya estaba volviendo a tierra», apunta, fue un punto de inflexión en el enfrentamiento bélico, que se prolongó hasta el 14 de junio, cuando finalmente Argentina entregó las armas.

«No era mi día para morir», recuerda en conversación telefónica desde Buenos Aires este veterano de guerra que, confiesa, estuvo 18 años «sin hablar ni una palabra de este tema». Aquel 2 de mayo, cuando el barco en el que navegaba desde hacía casi un mes fue alcanzado por dos proyectiles ingleses, «habíamos puesto rumbo al continente; no esperábamos un ataque». Blas estaba asignado a la sala de máquinas y tras el almuerzo («tallarines con tuco») se fue a su camarote. La fortuna y cuatro mates hicieron lo demás: «No podía dormir y me fui a tomar la guardia un poco antes de lo que me tocaba, sobre las tres y cuarto de la tarde». Antes de llegar a la zona de máquinas «me crucé con un compañero que me ofreció unos mates. Cuando estaba tomando el cuarto, estalló todo por los aires. Los primeros en morir fueron los de la sala de máquinas», rememora afectado.

34 horas en una balsa

El joven conocía el crucero «al dedillo». Los zafarranchos de combate «me salvaron la vida, ya que gracias a esas prácticas pude luego recorrer el buque casi a ciegas», relata. El crucero ‘General Belgrano’, que se convirtió en una insignia patria en Argentina tras la guerra, había sido adquirido a la marina estadounidense. El de las Malvinas no era su primer conflicto, ya que se salvó del bombardeo de Pearl Harbor en 1944 bajo el nombre de ‘Phoenix’. Era un buque potente, pero en menos de una hora «se hundió por completo». Blas y otros compañeros lograron llegar a las balsas salvavidas. «El barco estaba escorado a babor y todo prendido fuego. Había cadáveres y trozos de cuerpos por todos lados. Fue dantesco». Blas compartió balsa con otros 15 marineros durante 34 horas. Soportó temperaturas bajo cero y olas de hasta catorce metros. «Llegaron a decir que en el Belgrano no había supervivientes. Nos dieron por muertos».

Cuatro décadas después, este marinero que ahora da charlas en colegios y formó la Asociación Última Tripulación del Crucero Belgrano, está convencido de que «las Malvinas son y serán siempre argentinas». Él hubiera preferido «una solución pacífica, pero no pudo ser», lamenta, y pide «no olvidar a los que no volvieron».