Mudos testigos del dolor … Dos de los protagonistas eran primos
Un calzado playero, una mancha de sangre y pedazos de plástico de las motocicletas que chocaron esta mañana en la avenida Aníbal Ponce.
Mudos testigos de un dolor inexplicable. Y tal vez evitable, si las voluntades se suman. No es cuestión de cargar culpas, que serían una sumatoria de causas cuyo momento de análisis, no es éste.
El tema de las motocicletas, la velocidad, la audacia de sus conductores es un verdadero “gran tema” que no tiene ni tendrá solución inmediata. Lo que si se puede acelerar es el acercamiento de las partes para intentar armar en conjunto un plan de pasos a dar que conduzcan al mejor final, que corten el derrame de lágrimas, las pérdidas innecesarias de vidas y la tranquilidad de todos.
Tal vez con el tiempo se pueda dar.
En este caso, los protagonistas eran un mayor de edad y dos menores. Uno de los menores es fallecido, junto al mayor. Y el menor que perdiera la vida, llevaba como acompañante al jovencito de 14 años, a quienes los une un lazo de parentesco, son primos.
