¡¡¡¡¡PUM!!!! -escribe: Omar Eduardo Alonso

9 marzo, 2024

¡¡¡¡¡PUM!!!! -escribe: Omar Eduardo Alonso

El título de esta crónica pretende significar una onomatopeya referida a explosiones de distinto tipo, incluyendo los artículos de pirotecnia.

La historia cuenta que cuando Marco Polo llegó a China, se encontró con que ya se había inventado la pólvora y se desarrollaban los fuegos artificiales.
A partir de allí los acontecimientos futuros cobrarían otras dimensiones con la aplicación bélica del explosivo.

Pero además dio paso a una verdadera industria de proyección mundial, algo de lo cual Tres Arroyos no permaneció ajena.
La pirotecnia, y en especial los fuegos de artificio, fue considerada también como un verdadero arte, y en algunos casos motivo de competencias que se definían con jurados autorizados al respecto.
Eran otros tiempos.
Desde hace mucho esta actividad ha sido cuestionada por sus consecuencias paralelas para las mascotas y también para las personas sensibles.

No puede decirse que haya desaparecido, pero sin dudas se ha ido minimizando y se encuentra circunscripta a iniciativas individuales.
Ya no se generan espectáculos públicos que otrora fueran masivos y se organizaban con motivo de celebraciones especiales.
Además, progresivamente se fue tomando conciencia sobre la peligrosidad de los explosivos, sobre todo para los niños, que son quienes “disfrutan” con esas cuestiones.

La Confianza
Y Tres Arroyos tuvo su sello de calidad en esta industria a través de un establecimiento fundado por un inmigrante italiano: José Barbagallo.
Nativo de Catania, llegó al país en 1911 radicándose originalmente en Bahía Blanca.
Dos años después se instalaría en nuestra ciudad.
De tal forma puso en marcha la Fábrica Pirotécnica “La Confianza”.
Funcionaba en Caseros 158 y luego en Caseros y Pringles.
Yo tuve la ocasión de conversar en detalle con una persona que trabajó allí, siendo casi niña, y que vivía en el barrio, sobre calle Talcahuano.
Recordaba que la empresa era un emprendimiento familiar que funcionaba con la razón social de José Barbagallo e hijos pero que también había intervención de otros integrantes de la familia.
Contó que se trataba de una labor delicada y que se adoptaban precauciones diversas y que en su caso el trabajo consistía en colocar la pólvora dentro de los cartuchos de cartón de los cohetes.
A pesar de todos esos recaudos, la fábrica fue escenario de un incendio de consideración. Pero esta es otra historia.

¿La única?
Hablar de este tema es hacerlo casi de manera excluyente sobre lo que significó Barbagallo en esta actividad.
Sin embargo, hacia 1928 se incluía en una guía comercial y dentro de este rubro a José Di Marco, con domicilio en Rivadavia 536.
No he hallado mayores referencias sobre el particular, aunque espero tenerlas en el futuro.
Para redondear esta crónica me parece interesante señalar que los fuegos de artificio eran habituales durante la fiesta de San Roque, entre otros acontecimientos sociales.
En 1924 la comisión organizadora asignó un reconocimiento especial que firma el señor Nicolás Pili, como se observa en la reproducción que se acompaña.
Año 4-Nota 201
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