Tiene el coeficiente intelectual de Einstein pero tuvo que aprender a manejar sus emociones

José Luis Martínez tiene 32 años, es porteño y tiene un coeficiente intelectual de 161, el mismo de Einstein. En diálogo con LU 24, confesó que desde chico se sentía diferente al resto y eso lo impulsó a hacerse primero el test de Mensa, y luego otro que le permitió conocer el notable IQ que lo acompaña. “Se fue dando con los años la inquietud, porque en la secundaria, el trabajo, la facultad, noté que mi comportamiento era cada vez más divergente, y empecé a buscar información sobre conductas porque pensé que estaba un poco loco, hasta que hice los test”, describió.
“No es que ando por la vida haciendo cálculos matemáticos, pero cuando tenía 15 años y mis amigos querían salir a bailar, yo estaba más interesado por aprender inglés en mi casa, por cosas incluso avanzadas para mi edad. Eso se fue acrecentando con los años, cuando salí de la secundaria me encontré leyendo sobre biomedicina, y si bien cursé con todos mis compañeros, veía que lo mío iba a una velocidad diferente”, contó.
Martínez derribó mitos también como el de que una persona con alto coeficiente intelectual “es necesariamente un tipo de traje y prolijo; yo estoy tatuado, escucho metal, llevo el pelo largo. El IQ no te define, es una más de tus características. Entre la gente de IQ alto hay investigadores del CONICET e ingenieros, y también gente que no cursó la universidad y simplemente trabaja en distintas cosas. La inteligencia es lo que uno hace con el coeficiente intelectual. La gente que lidera el mundo tiene un IQ promedio”, aseguró.
Finalmente, José Luis confesó haber trabajado durante años su inteligencia emocional. “Era calentón, reaccionario, y con un ego insoportable. Cuando supe lo del coeficiente intelectual reconstruí mi identidad en base a eso y tuve el baño de humildad necesario, y me di cuenta que mi posición era la de ayudar a otros en lugar de confrontar todo el tiempo”, admitió.