Tomi Furmento: “Disfrutar lo bueno es fácil, pero canalizar una experiencia negativa en algo positivo, es saber vivir”

24 enero, 2018

Tomi Furmento: “Disfrutar lo bueno es fácil,  pero canalizar  una experiencia negativa en algo positivo, es saber vivir”

El joven tresarroyense Tomi Furmento, quien en agosto del año pasado sufriera importantes quemaduras en un accidente laboral en Australia, regresó a la ciudad y continúa recuperándose favorablemente, a tal punto que retomó su actividad.

En diálogo con nuestra emisora, relató en detalle cómo fue aquel día en el que su vida cambió:

“Ese día me dieron la orden de que prenda fuego. Tiro nafta sobre un montón de ramas, hago un caminito de nafta y prendo fuego perfecto. Me voy y vuelvo a los minutos y parecía apagado. Entonces tenía un bidón de 20 litros y cuando voy a tirar de vuelta se ve que había una llamita chiquita y se prendió el caminito hasta el bidón. Yo lo venía haciendo casi todos los días y nunca me pasó nada. Hasta que me pasó. Asique, eviten este riesgo. Estaba Mechi, mi mujer, Mercedes, Laura y otra chica más. Lo único que escuchaba eran gritos; me pude apagar, me vi envuelto en llamas porque exploto el bidón. No veía nada, estaba completamente cubierto por fuego y mi primer reflejo fue sacarme la ropa; empecé a rodar en el piso y me apague. Después me doy una primera ducha y me dolía demasiado; sentía un frío impresionante y llaman un helicóptero de los que arreaban vacas. Me llevan al casco del campo, espero 10 minutos una ambulancia, y me dieron una inyección de morfina que no me calmó tanto, pero me bajó el dolor que era duro e insoportable. Me llevan a una salita y me dan una ducha porque tenía 40 grados de fiebre y a los dos minutos llegó un avión sanitario con dos médicos que me empezaron a tratar y me relajé un poco. En todo momento estuve consiente y muy despierto”.

2000 kilómetros

Su relato continuó: “De ahí fuimos a una ciudad a unos 2 mil kilómetros de donde estábamos. Los médicos mucho no decían pero uno le dijo a mi mujer que tenía suerte si no perdía las manos. Le dije a mi señora que no les dijera nada a mis viejos, hasta tanto no tener un panorama más claro. Tuvimos la suerte de encontrarnos con una familia argentina y unos amigos, nunca nos sentimos solos y siempre me sentí fuerte. Agradecido con la gente que tenía al lado; la contención que sentimos fue increíble. El celular explotaba con mensajes de cadenas de oración, las redes sociales con mensajes de todo el país. La gente al verme se emociona un montón y me siento culpable de pensar que los hice sufrir y los preocupe; padres de mis amigos y amigos de mis viejos, es lindo que tanta gente te desee el bien”, recordó Tomi.

La recuperación

Sobre su recuperación mencionó que regresó al país el 10 de noviembre pasado a Capital Federal, “estuve un poco en cautiverio como ahora, ya que las quemaduras no pueden estar expuestas al sol, porque si no la piel se mancha. Por eso no me ven por la playa, tuve varias entrevistas y vi un médico allá y estuve casi todo el tiempo acá. Es un proceso lento la recuperación, tuve un 26 por ciento de quemaduras, y de ese 26 por ciento tuve el 22 por ciento injertos, casi todo injerto significa que te sacan de tu tejido sano para hacer injerto. Me hicieron los injertos y otro día para limpiar. Tengo un traje puesto, para contener y apretar las quemaduras para que no se expandan, tuve mucha kinesiología y la piel te queda muy tirante. Después tuve una enfermedad que te causa un poco esto, es como una artrosis en los miembros inferiores y como un dolor fuerte abdominal que te puede lesionar los riñones. Por suerte pasó, me lo trataron y no volvió más. Contento de estar nuevamente viviendo en mis pagos y al darme cuenta de que soy parte de una sociedad súper solidaria y con la cual me siento en deuda porque el apoyo que me ha llegado y las energías que me han mandado no me entran en la cabeza. Es algo increíble una muy linda sensación”.
El joven es ingeniero agrónomo y está trabajando en una planta de acopio local “me encuentro insertándome y contento de estar de vuelta trabajando. De estar de licencia a estar saliendo de vuelta a comerte el mundo”.

La experiencia del viaje

Mencionó que todo comenzó luego de su casamiento cuando decidieron hacer la experiencia de vivir afuera. “Arrancamos en Filipinas en nuestra luna de miel y estando allá buscamos un trabajo y nos salió. Trabajamos en un tambo un mes; somos los dos ingenieros agrónomos y fue muy buena la experiencia de ver la ferocidad para trabajar que tienen, los buenos hábitos. Trabajé como nunca en mi vida y a un ritmo intenso. En Australia, al extranjero le dan trabajo y confían, pero hay un poco de prejuicio y dependerá de tu nivel de inglés, si lo haces fluido será mejor, porque no tienen mucha paciencia, porque quieren todo ya, pero si sos trabajador y les cumplís no hay drama. No son tan amigueros como los argentinos y allá se gana bien, al mes de trabajar podías acceder a un departamento con tus cosas. Te alcanza y sobra para ahorrar. Trabaje en un campo que escapa a las dimensiones que manejamos acá, de 1.700.000 hectáreas; para que se den una idea un día teníamos que ir a un lugar a 200 kilómetros y todavía estábamos adentro del campo.

Arrear vacas con helicópteros

“Trabajar allí es muy interesante, con climas extremos, muy desértico similar a Santiago del Estero, con baja carga animal, pero muy interesante en términos de logística y manejo. No abusan de cargas porque promueve la desertificación, y a la hora de procesar y destetar los terneros y ver donde los mandarán, tienen que arrear con helicóptero y los llevan a la aguada y se quedan un rato, te acercas con caballos y motos y las acercas hasta un corral donde las apartas. Al segundo dia de trabajo, llegamos y nos enviaron a un lugar donde veo el helicóptero estacionado. Nos vamos de campamento a 100 kilómetros, dormíamos en carpa, hacíamos nuestra necesidades afuera, teníamos una ducha y cocina con aire acondicionado y un día empezó descubrí el helicóptero que daba vueltas, porque allá va recorriendo el lote haciendo ruido de un lado para que las vacas vayan a una aguada. Teníamos alrededor de 70 mil vacas. Es un sistema típico de ellos. Nosotros usamos más molinos y ellos usan unas bombas de nafta o gasoil, acá los corrales son de madera y allá de metal. Allá es todo al natural, dejan pastando las vacas, no difiere mucho el sistema de crías”, explicó entre algunas de las diferencias con aquel lugar.
Tomi aseguró reflexivo que “el accidente te enseña a recibir golpes, el estar encerrado hace que veas lo importante que es poder estar al sol y al aire libre, es una experiencia de vida. Disfrutar lo bueno es fácil, pero canalizar una experiencia negativa en algo positivo, es para nosotros saber vivir”. Agradeció a su mujer, su familia, a sus amigos y a la comunidad de Tres Arroyos. “Quiero volver a ser de antes, poder volver a jugar fútbol”.