Tras su jubilación, el ex funcionario judicial y juez de Faltas Ricardo Germani dio una amplia entrevista

13 junio, 2021

Tras su jubilación, el ex funcionario judicial y juez de Faltas Ricardo Germani dio una amplia entrevista

A casi dos años de acogerse a la jubilación, el ex juez de Faltas bahiense Ricardo Germani –quien se desempeñó como secretario del Juzgado Correccional en Tres Arroyos- analizó el tránsito bahiense. Y recordó anécdotas imperdibles que involucran a personalidades famosas de la ciudad de Bahía Blanca con las que mantuvo algún cortocircuito al infraccionarlos.
En la nota, que le realizó Leandro Grecco, de La Brújula 24, indica que “en gran medida, el ex magistrado Ricardo Germani hizo docencia y bajó a la realidad, aspectos que resultaban abstractos para el común de la gente, a partir de su predisposición para brindar su testimonio en los medios de comunicación. Nació en 1954 y ejerció la titularidad del mencionado organismo hasta agosto de 2019. Sus padres, ya fallecidos se desarrollaron profesionalmente en el área de salud. Y más llamativo resulta aún saber que la verdadera vocación de Germani era la arquitectura. Sin embargo, un test vocacional llevado adelante a comienzos de la década del 70, meses antes de egresar del Colegio Don Bosco de Bahía Blanca, arrojó resultados que despertaron su curiosidad y lo hicieron dudar. Sin embargo, se dejó llevar por aquel método y abrazó las leyes, además, por el impedimento económico de comenzar una carrera universitaria lejos de casa. Y a la luz de los hechos, no se equivocó.
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“El letrado que se graduó casi al mismo tiempo que la vuelta de la democracia, padre de tres hijas, una de ellas comunicadora social, otra abogada y una tercera de solo seis años. Que comenzó a forjar su destino en el derecho en La Plata, Tres Arroyos y que en 2005 recibió un ofrecimiento para desempeñarse en su Bahía Blanca natal, para convertirse en el Juez de Faltas local con mayor cantidad de tiempo de permanencia en el cargo. La redacción de este diario digital repasa la vida de un abogado que habló de absolutamente todo y que hasta se animó a revelar anécdotas jamás contadas mientras ocupó el estrado por el que comparecieron miles de bahienses.
“Nunca se me llamó la atención ni fui convocado por un intendente como consecuencia de la repercusión de una sentencia mía, ni siquiera de las más molestas. Y en mis 16 años al frente del Juzgado nunca tuve un reclamo del Tribunal de Cuentas”, recordando que una sola vez se le pidió corregir una causa en relación con un tema de coparticipación e iniciando así Germani su testimonio, en una conversación que se extendió por espacio de algo más de una hora vía Zoom.
“Sin embargo, admitió que en algunas ocasiones sintió que la letra fría de la ley se imponía al sentido común y esto le generaba una violencia moral difícil de sobrellevar: “Puntualmente me pasaba con el labrado de infracciones a los conductores de taxis. Ellos, como servicio público se detenían a levantar a un pasajero cuando la propia situación les demandaba estar parados con la puerta trasera abierta por espacio de hasta cinco minutos. Muchas de esas situaciones terminaron en infracción, pese a tener acreditado que ese ascenso al vehículo era el de una persona con una discapacidad motora importante”, recalcó, indicando que hasta donde podía “hice valer el sentido común”.
“Inmediatamente después, el ex magistrado de Faltas sentó posición con relación a la Ley de Tolerancia Cero: “Fui convocado por la Comisión de Tránsito cuando aún estaba en funciones y colaboré con algún párrafo para este proyecto. Estamos frente a una situación que tiene un 80% de carga cultural y un 20% de esperanza punitiva. Con esto quiero decir que vamos a creer en que podemos confiarnos solamente en el rigor de la pena, más allá de que la misma sea alta, ese no es el camino”.
“Y, como una voz autorizada para analizar las medidas se adentró a los últimos cambios en el tránsito local: “Quiero ser respetuoso con las personas que trabajaron en la planificación de la circulación por el microcentro, pero me parece que si se buscan resultados inmediatos, modificando hábitos de la gente, merecen un estudio más profundo. Son medidas rápidamente implementadas, con poco sustento de razonamiento previo y lo demuestra la resistencia de los bahienses”.
“Germani, analítico y con la mirada fija puesta frente a su computadora, consideró que algunas de estas soluciones deberían ser tomadas en un escenario en el que se agregue seguridad a los peatones, se facilite la circulación vehicular en forma periférica y que, al mismo tiempo, no genere perjuicio a otro sector de la sociedad porque este tipo de transformaciones no han tenido en cuenta a todos los actores: “Hubo algunos que ganaron y muchos otros perdieron, como es el caso de los comercios frentistas. No hay políticas públicas que impliquen diagramar cierta clase de planificación con miras a futuro y con todos los actores sentados a la misma mesa. Tengo la impresión de que algunos no estuvieron presentes en esa reunión”.
“El proyecto original data de hace unos diez años; allí se buscaba que los vehículos particulares no tuvieran la necesidad de bajar a la esquina de Alsina y San Martín. Para ello se necesita de un transporte público seguro, barato, sustentable en el tiempo y lo más invulnerable posible a los humores políticos. La primera persona que habló de este proyecto fue el contador Hugo Borelli que supo ser secretario de Gobierno de la Municipalidad, en la gestión de Cristian Breitenstein. Aquella propuesta llegó a estar dibujada en papel y puesto en maqueta para agilizar el tránsito”, rememoró.
“Sus días de un tiempo a esta parte han experimentado modificaciones sustanciales, desde largas jornadas en el Juzgado de Faltas, desde agosto de 2019 se propuso cambiar la rutina a partir de acogerse a los beneficios de la jubilación. Sin embargo, la aparición inesperada de la pandemia cambió (en parte) sus planes: “Hoy colaboro con dos colegas, sin asumir de manera personal el trabajo jurídico que implicaría el compromiso de la atención directa, la asistencia a audiencias y la procuración por razones de índole familiar. Como tanto tiempo mi esposa estuvo poniéndome el hombro para mis obligaciones, ahora me organizo para devolver aquella gentileza. No obstante, hago los escritos para ambos abogados, asistiendo a los jóvenes”.
“Luego, llegó el tiempo de las anécdotas, las que abundan y, a la distancia, despiertan una mueca de sonrisa, más allá de que en aquellos tiempos estuvieron cargadas de tensión: “Era un viernes, pasadas las 16 y estaba acompañado de mi inefable secretaria administrativa que durante todos mis años de gestión fue mi mano derecha, Graciela Schenk, que está a punto de jubilarse y fue una invalorable colaboradora de mucho oficio y experiencia. Un señor golpeó la puerta del costado del Tribunal en tiempos en los que estábamos en calle Blandengues y uno de los empleados la abrió de manera imprudente y sin consultarnos”.
“Era una persona que requería entrevistarse personalmente conmigo. Lo recibí en lo que muchos recordarán como una casona antigua de familia reconvertida en oficinas. El hombre me dijo de forma escueta y lacónica ‘me voy a llevar el auto, quieras vos o no quieras’. A lo que le respondí que no era la manera al tratarse de un secuestro por circular en el rodado sin ningún tipo de documentación a lo que me contestó ‘sé cuáles son las formas y no se me antoja cumplir con ninguna y si no me entendiste…’ se levantó la campera y dejó ver la culata de un arma a la altura de la hebilla del cinturón”, prosiguió Germani con la crónica de los hechos.
Y le sumó dramatismo a la escena, cargada de violencia, a la cual estaba acostumbrado, aunque en esta ocasión había pasado de castaño oscuro: “En ese momento apareció Schenk, que quedó espantada, mientras el señor se cubría para no dejar ver el arma. Y delante de él le dije a ella que llame a la Policía. Mi idea era sacar a ella del escenario para que alguien avise. El sujeto me miró y me dijo ‘si no me lo das hoy, será mañana, pero el auto me lo llevo’. Tiempo después, unos cuatro meses después, me enteré por los medios que esta persona se vio involucrada en un hecho delictivo por la venta de vehículos robados. Habían encontrado en un galpón de su propiedad tres o cuatro coches desaparecidos. Pertenecía a una banda que robaba vehículos por encargo. Estamos hablando de una persona conocida en Bahía Blanca por sus vinculaciones familiares. Hasta que me fui del Juzgado de Faltas el auto estaba secuestrado”.
“Pero esa no fue la única con ese cariz. En otra ocasión, reveló que un colega se plantó ante él exigiendo por la fuerza que levante la clausura de un local nocturno muy conocido, ubicado en calle Fuerte Argentino, el cual era denunciado por un vecino al que le arruinaron la vida por no poder dormir y en su familia había un niño con discapacidad al que lo martirizaba el ruido: “Estamos hablando de un boliche que estuvo vinculado al hallazgo de droga en un caso muy famoso”, sumó el ex juez, aportando un dato más.
“Había ordenado el cierre un viernes por la tarde, en el marco de una medida cautelar. Previamente las partes habían acordado la colocación de un controlador de decibeles. El titular del local bailable incumplió con aquello se procedió a la clausura que no era algo sorpresivo para él porque estaba advertido, a sabiendas de que la medida le rompía la caja de sábado y domingo. “El abogado acudió al Juzgado de malos modos y pese a su exigencia, lo hice retirar por la Policía”. El dato saliente es que hoy, esta persona en cuestión es fiscal en otro departamento judicial.
“En Bahía el ambiente está lleno de personas de bien, correctísimas y respetuosas, pero siempre hay algunas que tienen actitudes de subestimación al fuero contravencional”
“En mis últimos dos años de trabajo, lo hice muy cercano a la Fiscalía especializada en Delitos Culposos, con el doctor Aguilar porque por imperio de una ley provincial, se le permitió a los jueces de Faltas que ante hechos de tránsito hubiesen generado lesiones u homicidio, retener la licencia de conducir en la causa contravencional, hasta que el fiscal que interviene en la causa criminal lo pida. Esa ley amplió nuestra competencia, trabajando más profundamente. De allí surgió el tratamiento de los casos Goyak, Sturzenegger y Galo Ochoa. Quedé muy satisfecho de aquellos trabajos porque, si quedaba algún resabio de la gente que pensaba que la Justicia de Faltas se agotaba solo en la imposición de multas, con el tiempo desapareció”.
“Para el cierre, recordó un episodio que cubre todos los insultos que pudo haber recibido, no sin antes reconocer la labor de Gabriel Nardi, su colega durante casi diez años, al que consideró “una bellísima persona, trabajador y gran compañero: “En una ocasión, en 2012, me reclamaron competencia por una cuestión de OMIC luego de una conciliación que no se resolviera favorablemente. Una familia con una niña con Síndrome de Down realizó una presentación porque una prepaga muy importante no quiso dar cobertura por entender que la discapacidad era una patología. Un concepto que atrasa porque en el ámbito de la ciencia demostró que se trata de una cuestión cromosómica. Pude sostener la competencia porque me la quisieron impugnar y logramos, a través de una resolución, que la prepaga le garantizara la atención. Recibí un obsequio que no fue dinero, sino que lo que me entregaron fue un dibujo de mi persona, hecho por la nena”.